Parece que el asunto de la diversidad sexual no tuvo gran repercusión ni dio pie a mucha discusión. Está bien, no vuelvo a sacar temas de esa canasta.
Volvamos a la bendita superficialidad, y que mejor manera de hacerlo que hablando de los medios. El rey de los medios, la televisión.
No voy a caer en el clichezazo barato, de “bohemio” de Coyoacán, de decir que no veo la televisión. Creo que esa es una línea que algunos hombres usan para impresionar a las chicas, haciéndose pasar por “intelectual” de la condechi. En cualquier caso ¿a quién quieren impresionar con esa frase? La televisión, como cualquier otro medio, es una fuente de conocimiento y cultura… sólo hay que saber qué ver.
Como yo no necesito apantallarme a mí misma (y cuando lo hago, basta con mirarme al espejo), pues confieso que consumo una cantidad importante de televisión casi todos los días, más de las dos horas recomendadas por
En general, no soy muy afecta a las series, me capturan por un tiempo pero después pierdo el interés, me pasa lo mismo con los hombres tatuados. Por otro lado, creo tener un efecto “salador” en las series que si me gustan, pues todas han desaparecido antes de concluída la primera temporada. Tal fue el caso de:
John Doe (2002)- Con Dominic Purcell, quien después cobrara fama internacional con su papel en Prison Break. Se trataba de un thriller de conspiraciones. Tenía un poco de X-files, con una pizca de CSI. Fórmula ganadora, verdad? ¡Pues no! Fue cancelada al terminar la primera temporada, dejando la trama inconclusa.
Wonderfalls (2004)- Una serie de fantasía; un poco de Alli McBeal (con menos minifaldas) con Missmatch (con menos cachetes… los de
Windfall (2006)- Con Luke Perry como carta de presentación, seguramente algún ejecutivo perdió la chamba por eso. La historia de varios sujetos que se sacan el premio gordo de la lotería y siendo millonarios, se dan cuenta que sus problemas han aumentado al compás de sus cuentas bancarias. Cancelada al concluir la primera temporada.
Probablemente ninguna de estos programas estaba destinado a cambiar la historia de la tv, pero creo que en principio tenían premisas interesantes; quiero decir, cualquier serie de abogadetes, de médicos de clóset, o policías fresas tiene un éxito asegurado desde el inicio, qué tal algo que no sea pan con lo mismo para variar?
En fin. Hace algunas semanas quería recomendar un par de series que me parecieron interesantes. Una de ellas era Traveler, transmitida en el canal Warner. Fue introducida en el denominado mid-season, es decir que la producción original sólo contaba con 9 capítulos. Su fracaso fue tal, que en Norteamérica sólo llegó a transmitirse al aire hasta el sexto episodio. El canal transmitió la media temporada completa para Latinoamérica, aunque aún así, la serie no tuvo conclusión. La trama consistía en conspiración y terrorismo, por lo menos a mí, había logrado interesarme mucho. Desgraciadamente la trama era lineal y en cada episodio había demasiadas referencias a los capítulos anteriores, razón por la cual, resultaba confusa, si no imposible de ver, para quien no la siguió desde el inicio. De nada sirve mi recomendación para éste programa ahora, porque al parecer, el poco éxito de la serie enfureció tanto a los productores, que la eliminaron totalmente y ahora no se le puede ver ni en las repeticiones de la madrugada.
La otra serie que acaparaba mi atención este fin de año, era Studio 60 on the Sunset Strip. Escrita y dirigida por Aaron Sorkin, quien gozó del beneplácito de la crítica en películas como A Few Good Men y Malice, y series como The West Wing. En ese mismo tenor crítico e iconoclasta, Sorkin arremete contra los entretelones de la televisión norteamericana, retratando con ironía el servilismo, y la hipocresía del medio.
Aunque al principio se perfilaba como muy interesante, estas últimas semanas se ha vuelto cada vez más soso y complaciente. La estrella del show es Mathew Perry, quien interpreta a Matt Alby, un escritor de comedia que dirige un show parecido al Saturday Night: Live, llamado Studio 60 on the Sunset Strip. No se trata de una parodia hecha de otra parodia, es un vistazo ácido y cínico del mundo de las televisoras y su relación con la publicidad y el clientelismo para con los grupos de poder y los ejecutivos de las grandes cadenas.
Todo eso estaría muy bien, la serie podría ser un “must see” para todos aquellos que dicen no ver televisión, de no haberse vuelto tan pretensioso. Matthew “papi” Perry, quien ha sido el único con el talento suficiente para sobrevivir con dignidad más allá de Friends, hace un buen papel, el problema es que el resto del elenco, incluído Sorkin, parece que quieren tener su propia versión Chandler Bing para el programa, y ese papel es irrepetible excepto para Matthew Perry. Los diálogos se vuelven odiosos, el ritmo es desesperante y fuera del personaje de Perry, los demás parecen completamente prescindibles por su falta de carisma.
La serie se planeó para una temporada completa en Estados Unidos, pero salió del aire un par de capítulos antes de su conclusión. Fue un buen intento, que se quedó en eso solamente.
Estoy procurando interesarme por la televisión basura, tal vez la maldición de la que soy portadora, haga que desaparezcan uno que otro reality, telenovela o programa de variedades.