Vocación, se busca

Sólo por si alguien quiere saberlo, este no es mi primer blog.

Encuentro que tener un blog nuevo es, en mucho, parecido a tener un nuevo amante. Todo parece nuevo y emocionante… y también complicado.

Ha sido un via crucis publicar este nuevo blog. Los de ciudaddeblogs se están poniendo moños a la hora de repartir las “parcelas” y en el viejo blogger las cosas no van mejor. En fin.

Pero no me he presentado, que descortesía la mía. Me llamo Ariany Monterde. Sucede que mis padres son inmigrantes Argentinos y mis abuelos Italianos. Cada generación ha venido huyendo del régimen opresor que le correspondía históricamente. Yo, por mi parte, soy chilanga de nacimiento, apasionada de ésta ciudad y no estoy dispuesta a moverme.

Aunque si las cosas siguen en México como en la última década, a lo mejor mis hijos en un futuro indeterminado estarán escribiendo (probablemente desde Canadá) en sus futuros blogs algo así como: "... Mis abuelos Argentinos, mi madre inmigrante Mexicana, todos huyendo del régimen opresor correspondiente...".

Como decía al principio, mi experiencia bloguera inició las primeras horas del año 2005. Escribí en ese blog por espacio de un año aproximadamente. Desde entonces, todo ha cambiado mucho. Es curioso como actualmente, a los que empezaron con sus blogs antes de 2004 ya se les llama “la vieja guardia”… eso fue hace tres años. ¿A dónde quiere llegar este mundo yendo tan rápido? Hay que disfrutar el viaje, como en el tiovivo.

Las cosas también cambiaron para mí. Ahora vivo con mi “roomie”, de nombre Edith, de profesión mercadóloga y de costumbres licenciosas. Para completar el trío está nuestro gato mascota, llamado Gizmo, sobra explicar por qué. Una vez superados los sinsabores del vivir con alguien más, pulir asperezas, repartición de responsabilidades y pelearnos por quien tendría la custodia legal del Gizmo, las cosas han empezado a rodar más suavemente.

Estudié Relaciones Internacionales… o sea que soy una completa inútil para la sociedad. Claro! Esto no se me indicó hace algunos años, antes de tomar tan torpe decisión vocacional. Aunque he de decir que las cosas no pintaban tan mal. Siendo estudiante, conseguí una pasantía en la embajada de Canadá, todo pintaba muy prometedor. Mi hermana mayor me decía “con ese currículum y esas nalgas, puedes llegar hasta a la ONU”; con gran indignación yo le contestaba que, si llegaba a destacar en el mundo de la diplomacia internacional, no sería por mis nalgas, sino por mi rostro!...

En algún momento, la dinámica de la política global se desvió, el mercado de trabajo colapsó, la economía nacional declinó ó simplemente mi trasero dejó de parecer atractivo a los ojos de los empleadores, porque al momento de ponerme a buscar trabajo formal, nada apareció.

Repasando el folletín propagandístico de la carrera de Relaciones Internacionales, revisando el plan de estudios y sobre todo, haciendo acopio de sentido común, ahora me doy cuenta que haber estudiado eso te convierte no sólo en desempleado, sino en un foco de improductividad; es decir, ¿en qué demonios estaba pensando?

He superado el trauma de ser una profesionista inútil. Reconozco que un técnico en electrónica, tiene mucho más que ofrecer a la humanidad … y saben qué? Soy felíz con eso!