Hace dos semanas expresé mi orgullo y beneplácito porque varios canales internacionales dedicarían parte de su programación a México, con motivo del aniversario de nuestra independencia.
Casi todos los documentales eran repeticiones, pero se aprecia la intención. Extrañé mucho una serie de 4 programas sobre la historia de México en el History Channel. Es buenísima y fue de los primeros programas con los que salieron al aire hace algunos años. La serie comprendía desde el periodo prehispánico hasta el México moderno, pero este año no la pasaron, lástima, es un documento que quería tener grabado para la posteridad… bueno, MI posteridad.
El programa que más estaba esperando, era el Discovery Atlas: México. Documental de dos horas, supuestamente filmado en alta definición, que el canal estuvo cacaraqueando desde agosto y que finalmente fue transmitido el domingo 29 de septiembre.
Discovery Atlas es una serie, que hasta el momento consta de cinco episodios: China, Brasil, Australia, Italia y este año, México. Estos países, seguramente fueron escogidos por su milenaria historia, sea el caso de China e Italia, por su exotismo, en el turno de Autralia, por lo argüenderos, en Brasil y por su interesante cultura y tradición, en lo que toca a México.
Con mucha emoción y expectativa me senté ante el televisor, esperando ver un documental que zangoloteara toda fibra sensible de mi cuerpo y me conmoviera casi al punto del llanto y lo que vi… me indignó.
Las ediciones anteriores, se centraba en las costumbres, la historia, los lugares, los personajes de los diferentes países. El –así llamado- documental mexicano, se concentró en ramplones y por demás ordinarios relatos sobre algunos individuos, entre los que se pueden contar:
La historia de un luchador y el concurso organizado para bautizarlo con un nuevo nombre y personalidad cirquera.
La “epopeya” de los preparativos para la fiesta de quinceaños de una morrita regiomontana.
Un infomercial (háganme el recabronsísimo favor, un infomercial!) sobre la inauguración de un restaurante gourmet.
Un reportaje “teveaztequero” de una escuela de mariachis.
La construcción (a medias) de una escultura monumental de Sebastián en Cd. Neza y la visita de este personaje a una mina donde se descubrieron unas formaciones cristalinas que parecían impresionantes… digo –parecían-, porque la descuidada fotografía las hizo parecer menos espectaculares de lo que en realidad son, seguramente.
La enternecedora historia de una jovencita que ejecuta su primer clavado desde la quebrada.
Ah! y cómo podía faltar, la devoción que –todos- los mexicanos sentimos hacia la guadalupana.
Discovery Atlas: México, es una caricatura improvisada que, lejos de lograr un carácter documental, parece un panfleto de viajes baratos orientado a “rednecks”… si, a yanquis ignorantes que se sienten empapados de la cultura y los valores mexicanos porque se pusieron una peda de 3 días con tequila nacional, portan un sombrero de colores con la leyenda “viva México cabrones” y cargan con una piñata malhecha. Los estereotipos, la distorsión, la visión tan limitada y la parcialidad con la que se retrató a este país fue indignante.
Todo el documental no cuenta más que con unos cinco minutos de rodaje verdaderamente cinematográfico, el resto, parece haber sido grabado por televisa deportes. Para colmo, la voz en español de este documental bananero, fue la del petulante Carlos Loret de Mola, quien con su insípida narración y falta de espíritu, que hizo parecer grandiosos a los doblajes venezolanos*, le terminó de poner en la madre a una producción de por sí, falta de imaginación y profundidad. El soundtrack? Me quería volver changa! Una musiquita de marimbas y guitarritas que parecía sacada del CD: “Musiquita para representar tercermundistas montando un burro”, de esos que utilizan en Hollywood para fondear escenarios supuestamente latinoamericanos. No puede ser!
Lo aberrante…
la superficialidad de este supuesto especial, que no tuvo los contenidos ni para alcanzar el estatus de “pretensioso”, siendo que es lo mínimo que se puede pedir de este tipo de programas.
Lo que encabrona…
sobremanera, que mientras las ediciones de otros países son en sí, verdaderos documentos de colección y unas joyas de producción, el de México es un documentalucho arrabalero de pésima calidad, ya no digamos para los estándares de Discovery Channel, sino hasta para los de TV Azteca.
Lo que emputa…
que siendo México material para que de él se lograra el mejor documental, y quiero decir, el mejor por mucho de toda la serie, haya resultado el peor… por mucho. Tiene mucho más significado, sabor, compromiso y respeto un modesto capítulo de “Aquí nos tocó vivir” de Cristina Pacheco que todo el supuesto Atlas México, que tuvo todos los recursos y posibilidades de hacer algo verdaderamente grandioso y terminó haciendo algo que bien podía pasar por un reportaje de "Siempre en Domingo" pero más pretensiocillo (de hecho, recuerdo que los reportajes en el extranjero de Siempre en Domingo eran menos malos y estaban mejor documentados que esto, así de malo fue).
En suma, para Discovery Channel y todo aquel que vea el “show” en cuestión, sin tener un contexto previo sobre el México contemporáneo, los mexicanos somos unos palurdos, fieles feligreses de la virgen de Guadalupe y de la lucha libre de los domingos, que usamos sombreros y jorongo multicolor y tomamos la siesta en la calle (al más puro Speedy González Style), nuestras máximas aspiraciones en la vida son ser mariachis de Garibaldi, si somos niños, o tener la fiesta de quinceaños ideal, si somos niñas y nos gusta pasar las noches de noviembre adentro de los panteones.
Los documentales no deberían tener una intención propagandística o de promoción turística, pero lo cierto es que la tienen de forma indirecta, uno cree en lo que ve. A mí me da vergüenza que espectadores en todas partes del mundo vean en Discovery Channel, a mi país retratado bajo esa óptica tan mediocre y sesgada.
Ya me extendí al límite de lo decente en este post. No puedo ni empezar a mencionar la cantidad de cultura, tradiciones, arte, historia, sitios prehispánicos, ciudades coloniales, lugares paradisiacos que tiene este país, porque tendría que empezar otro blog con ese único propósito (hey, debería hacerlo). Así que simplemente voy a decir que ese Atlas de México, más que orgullo, es una pena, hubiera preferido que jamás se hubieran tomado la "molestia" .
Ahora, yo sé que a muchos les va a valer sorbete, no todos tenemos la identificación nacional como un valor, y está bien (aplicaría aquí el popular cliché del “por eso estamos como estamos”), pero me enteré que hay varios foros con personas que están igual o más encabronadas que su servidora y justifican bastante bien sus razones.
No creo que esta pifia, por aberrante e insultante que resulte para algunos mexicanos, vaya a provocar un incidente internacional... pero debería.
* No es nada contra la noble República Bolivariana de Venezuela (¿lo dije bien?), pero aceptémoslo, su doblaje es para llorar.